Valores que transmite el deporte

Ejemplos de valores deportivos

La investigación y los enfoques teóricos sobre la cultura y las subculturas deportivas en la sociología del deporte se dividen en tres períodos que se superponen: (1) el interés inicial por las subculturas deportivas desde una perspectiva interaccionista; (2) un período de transición durante el cual surgieron enfoques teóricos más críticos de la cultura y las subculturas y enfoques metodológicos más rigurosos; y (3) la adopción total de los “estudios culturales” y la consiguiente fragmentación de los enfoques de la cultura y las subculturas deportivas. Estos cambios fueron acompañados de preocupaciones teóricas y de definición paralelas sobre el significado de la cultura y la subcultura.

Siguiendo el ejemplo de sociólogos como Howard Becker y Everett Hughes, algunos de los primeros trabajos de la emergente subdisciplina de la sociología del deporte se referían a las subculturas deportivas. El estudio de Weinberg y Arond (1952) sobre los boxeadores precedió a los estudios sobre los jugadores profesionales de béisbol, la lucha libre profesional, los timadores de billar, los jugadores de hockey sobre hielo y los diversos trabajos relacionados con las carreras de caballos. A éstos les siguieron una serie de llamativos estudios comparativos de, por ejemplo, jugadores de hockey y músicos de Hollywood, luchadores profesionales y médicos, y gimnastas y luchadores profesionales.

10 valores del deporte en la sociedad

El espíritu deportivo se basa en el principio de que ganar lo es todo. Se anima a los deportistas y a los entrenadores a saltarse las normas siempre que sea posible para obtener una ventaja competitiva sobre el adversario, y a prestar menos atención a la seguridad y el bienestar de la competición. Algunos de los principios clave del espíritu deportivo son:

Un enfoque más ético del atletismo es la deportividad. En un modelo de deportividad, la competición sana se considera un medio para cultivar el honor, la virtud y el carácter personales. Contribuye a una comunidad de respeto y confianza entre los competidores y en la sociedad. El objetivo de la deportividad no es simplemente ganar, sino perseguir la victoria con honor dando el máximo esfuerzo.

El modelo de deportividad se basa en la idea de que el deporte demuestra y fomenta el desarrollo del carácter, que luego influye en el carácter moral de la comunidad en general. La forma en que cada uno de nosotros compite en el deporte puede tener un efecto en nuestro comportamiento moral y ético personal fuera de la competición.

Algunos defienden una “moralidad entre paréntesis” dentro del deporte. Este enfoque sostiene que el deporte y la competición están separados de la vida real y ocupan un ámbito en el que la ética y los códigos morales no se aplican. En su lugar, algunos argumentan que el deporte sirve como una salida para nuestra agresividad primaria y una necesidad egoísta de reconocimiento y respeto obtenida a través de la conquista de un oponente. Desde este punto de vista, la agresividad y la victoria son las únicas virtudes. Por ejemplo, un jugador de fútbol puede ser descrito como malo y desagradable en el campo, pero amable y gentil en la vida cotidiana. Su disposición violenta en el campo no está mal porque cuando está jugando forma parte de una realidad amoral que sólo está dictada por el principio de la victoria.

Los valores del deporte en nuestra vida

La transmisión de valores positivos entre padres e hijos se considera generalmente el sello de una socialización exitosa. Dado que esta cuestión ha sido ampliamente debatida pero sorprendentemente poco investigada – especialmente en lo que se refiere a los valores deportivos fundamentales – en este estudio nos propusimos 1) analizar la aceptación por parte de los adolescentes deportistas de los valores deportivos que sus padres quieren transmitirles (es decir, los valores de socialización de los padres) y 2) examinar la relación entre la participación de los padres en la actividad deportiva de los hijos y la aceptación por parte de los adolescentes de los valores de socialización de sus padres. Se pidió a ciento setenta y dos adolescentes italianos (48,3% hombres, 51,7% mujeres) que practican regularmente deportes de equipo que rellenaran un cuestionario que incluía el Cuestionario de Valores del Deporte Juvenil – 2 y el Cuestionario de Implicación Parental en el Deporte. Las correlaciones diádicas revelaron que los jóvenes deportistas están en general dispuestos a aceptar los valores de socialización de sus padres en relación con el deporte. Además, a partir del análisis del peso relativo (una estrategia de análisis de datos relativamente nueva), surgió que la implicación de los padres, caracterizada por los elogios y la comprensión, es el predictor más importante de la disposición de los adolescentes a aceptar los valores deportivos de sus padres. Se discuten las implicaciones de estos resultados y la ampliación del estudio.

Valores de los deportes de equipo

Existe una larga tradición de investigación sobre los deportes y la socialización. Las raíces de esta investigación se encuentran en las teorías que explican el papel del juego en el desarrollo del niño, en las nociones de la era progresista de que los deportes de equipo constituían un entorno en el que se podían aprender valiosas lecciones, y en las suposiciones populares del siglo XX de que la práctica de deportes era una experiencia inherentemente formadora del carácter.

Los estudios empíricos sobre la socialización y el deporte se iniciaron en la década de 1950, cuando la primera cohorte de baby boomers en Norteamérica inspiró a los padres y a los expertos en desarrollo a buscar las condiciones óptimas para enseñar a los niños, especialmente a los varones, las habilidades necesarias para tener éxito como adultos en economías nacionales y globales en rápida expansión. Muchas personas de Europa Occidental y Norteamérica -especialmente los padres de los suburbios de Estados Unidos- consideraban que las experiencias estructuradas que encarnaban los deportes de competición eran contextos ideales para la socialización de los niños controlada por los adultos. Se suponía que los deportes enseñaban a los jóvenes lecciones sobre el trabajo en equipo, la competición, los logros, la productividad, la conformidad con las normas y la obediencia a la autoridad. En consecuencia, los deportes juveniles organizados y los deportes interescolares crecieron de forma espectacular, aunque el ritmo de este crecimiento varió según la nación y las regiones dentro de las naciones.