Convulsiones febriles en adultos

Tratamiento de las convulsiones febriles

Un hombre de 32 años tuvo convulsiones epilépticas tónico-clónicas generalizadas asociadas a episodios de fiebre alta recurrente durante 6 años. Las exploraciones físicas repetidas, incluyendo el estado neurológico, el EEG y la gammagrafía cerebral, fueron negativas. La TC cerebral mostró un quiste paraselar no homogéneo de baja densidad y niveles de líquido graso en los ventrículos laterales. El diagnóstico de quiste dermoide intracraneal se confirmó en la cirugía y en la histopatología. Las convulsiones febriles recurrentes y la meningitis química pueden ser las únicas manifestaciones clínicas de la rotura de un quiste dermoide. Las características de la TC del quiste dermoide intracraneal son patognomónicas.

Edad de las convulsiones febriles

Descargo de responsabilidad del contenido El contenido de este sitio web se proporciona únicamente con fines informativos. La información sobre una terapia, un servicio, un producto o un tratamiento no respalda en modo alguno dicha terapia, servicio, producto o tratamiento y no pretende sustituir el consejo de su médico u otro profesional sanitario registrado. La información y los materiales contenidos en este sitio web no pretenden constituir una guía completa sobre todos los aspectos de la terapia, el producto o el tratamiento descritos en el sitio web. Se insta a todos los usuarios a que busquen siempre el asesoramiento de un profesional de la salud registrado para obtener un diagnóstico y respuestas a sus preguntas médicas y para determinar si la terapia, el servicio, el producto o el tratamiento concretos descritos en el sitio web son adecuados en sus circunstancias. El Estado de Victoria y el Departamento de Salud no asumirán ninguna responsabilidad por la confianza que cualquier usuario deposite en los materiales contenidos en este sitio web.

Efectos a largo plazo de las convulsiones febriles

Una convulsión febril, también conocida como ataque de fiebre o convulsión febril, es una convulsión asociada a una temperatura corporal elevada, pero sin ningún problema de salud subyacente grave[1]. Suelen producirse en niños de entre 6 meses y 5 años de edad[1][3] La mayoría de las convulsiones duran menos de cinco minutos y el niño vuelve a la normalidad al cabo de una hora. [Existen dos tipos: las convulsiones febriles simples y las convulsiones febriles complejas[1] Las convulsiones febriles simples implican a un niño por lo demás sano que tiene como máximo una convulsión tónico-clónica que dura menos de 15 minutos en un periodo de 24 horas[1] Las convulsiones febriles complejas tienen síntomas focales, duran más de 15 minutos o se producen más de una vez en 24 horas[5] Cerca del 80% se clasifican como convulsiones febriles simples[6].

Las convulsiones febriles se desencadenan por la fiebre, normalmente debida a una infección vírica[6]. El mecanismo subyacente no se conoce del todo, pero se cree que tiene que ver con la genética, los factores ambientales, la inmadurez del cerebro y los mediadores inflamatorios[7][8][6] El diagnóstico implica verificar que no haya una infección cerebral, que no haya problemas metabólicos y que no se hayan producido convulsiones previas sin fiebre. [1][6] Normalmente no se necesitan análisis de sangre, imágenes del cerebro o un electroencefalograma (EEG),[1] se recomienda un examen para determinar el origen de la fiebre,[1][6] en niños que por lo demás parecen sanos, no se requiere necesariamente una punción lumbar,[1].

¿cuántas convulsiones febriles son demasiadas?

Si tu hijo tiene una convulsión febril, colócalo en posición de recuperación. Acuéstelo de lado, sobre una superficie blanda, con la cara girada hacia un lado. Así evitará que se trague el vómito, mantendrá abiertas las vías respiratorias y evitará que se haga daño.

Si es la primera convulsión de tu hijo, o si dura más de cinco minutos, llévalo al hospital más cercano lo antes posible, o llama al 999 para pedir una ambulancia. Aunque es poco probable que haya algo grave, es mejor estar seguros.

También puede haber un vínculo genético con las convulsiones febriles, ya que las probabilidades de sufrirlas aumentan si un familiar cercano tiene antecedentes de ellas. Aproximadamente uno de cada cuatro niños afectados por convulsiones febriles tiene antecedentes familiares de esta enfermedad.

Además, uno de los mayores estudios de este tipo analizó a más de 1,5 millones de niños con antecedentes de convulsiones febriles y no encontró pruebas de un mayor riesgo de muerte en la infancia o la edad adulta.

Se calcula que los niños con antecedentes de convulsiones febriles simples tienen una probabilidad entre 50 de desarrollar epilepsia en la edad adulta. Los niños con antecedentes de convulsiones febriles complejas tienen una probabilidad entre 20 de desarrollar epilepsia en la vida posterior.